El café de especialidad ha elevado el nivel en todos los sentidos: desde la trazabilidad hasta la preparación. Trabajar con granos bien procesados y perfiles específicos permite crear experiencias únicas para cada cliente. Como barista, no hay nada como preparar un V60 con un geisha panameño y ver la reacción de alguien que lo prueba por primera vez.

Probé un café de especialidad recomendado por un barista. El sabor era distinto, sí, pero no sentí que justificara el precio elevado (pagas fácilmente el doble o más que un café tradicional). Creo que hay mucha moda detrás. Para algunos paladares será una revelación; para otros, como yo, puede parecer simplemente un café caro.

Probé el café de especialidad y me sorprendió porque no era amargo como los cafés que suelo tomar. Tenía un sabor ácido y algo afrutado que me pareció interesante. No es el tipo de café que tomaría todos los días, pero sí lo aprecio como algo especial, como un buen vino.